jueves, 18 de julio de 2013

Estado y Revolución



El Estado y la Revolución

     El Estado y la Revolución es un libro escrito por Lenin entre agosto y septiembre del año 1917, mientras se encontraba en la clandestinidad en Finlandia. Es un texto fundamental, en la medida en que fue redactado entre la primera etapa (febrero) y la segunda etapa (octubre) de la revolución rusa del año 1917. Por eso se ha considerado que esta obra, junto con otras del mismo período, proporciona claves para comprender la idea que tenía Lenin de lo que iba a ser y de lo que debía ser dicha revolución. Se trata de un texto plagado de citas textuales, de lecturas y comentarios a los clásicos del marxismo en relación con la cuestión del Estado, respecto de la cual consideraba que teóricos posteriores (como Plejánov o Kautsky) no habían hecho más que tergiversar el marxismo.

     A continuación se presenta un resumen de Estado y Revolución:

    En el libro Lenin comienza explicando el modo en que el Estado surge de las contradicciones de clase, es decir, de las luchas de clases, para conciliarlas o someterlas en torno a los intereses de la clase dominante. Se extrae un fragmento:

     “El Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables”.

     Esta conciliación de las clases es la tarea fundamental del Estado: conciliación de las clases, con la condición de su subordinación a los intereses de la clase dominante.

     Los intereses de la clase dominante pueden ser solidarios, en determinadas circunstancias, de los intereses de la clase dominada. Esto no es lo importante: lo importante es que la clase dominante busca esta conciliación, precisamente para seguir ejerciendo su dominio de clase. En las circunstancias en que los intereses de las clases son manifiestamente conflictivos, se rompe con esa armonía.

     Según expone Lenin, el Estado surge de la sociedad, pero separado de ella, ejerciendo la fuerza sobre ella. Esa fuerza consiste principalmente en "destacamentos especiales de hombres armados, que disponen de cárceles y otros elementos". Los instrumentos principales por los que se ejerce esta fuerza son la policía y el ejército permanente. Por eso Lenin presenta aquí una primera alternativa comunista: la organización armada espontánea de la población. Ello no es posible para el Estado burgués "porque la sociedad civilizada está dividida en clases enemigas y además, irreconciliables, cuyo armamento “espontáneo” conduciría a la lucha armada entre ellas. Esta realidad oculta sale a la luz cuando los acontecimientos revolucionarios revelan los enfrentamientos de clase y vemos cómo cada clase se sirve de sus propios "destacamentos de hombres armados" para el servicio de sus intereses de clase.

    Lenin subraya que el Estado constituye el instrumento para la dominación de una clase sobre otra. La extinción del Estado o Comunismo es un proceso en dos pasos. En primer lugar la toma, previsiblemente por la violencia (no por otra cosa sino porque se prevé que será contestada violentamente), por parte del proletariado de la maquinaria del Estado. Ello conduce a la dictadura del proletariado o socialismo, un Estado que como tal ejerce una dominación de clase, sólo que en este caso una dominación en la que los que mandan son la masa del pueblo: por tanto, una "dictadura", pero paradójicamente, más democrática y además transitoria.

     Para Lenin la democracia burguesa se ejerce como una dictadura de la burguesía sobre el proletariado:

     “Somos partidarios de la república democrática como la mejor forma de Estado para el proletariado en el capitalismo; pero no tenemos derecho a olvidar que la esclavitud asalariada es el destino del pueblo, incluso en la república burguesa más democrática. Por el contrario, la dictadura del proletariado, siendo dictadura de una clase, es no obstante la dictadura de la clase más numerosa sobre la menos numerosa. Y es la dictadura de una clase que no busca sostener su situación de dominio sino hacer desaparecer los antagonismos de clase. Esa es su democracia.”

     “Y es una "dictadura" transitoria porque pretendiendo la abolición de todas las clases, con ello el Estado, existente como fuerza coercitiva de una clase sobre otra, sencillamente se irá disolviendo. Ello es así por cuanto que una vez que el Estado se convierte en representante fiel de la propia sociedad (cuando sencillamente la reproduce, en vez de ser su ortopedia, de deformarla por la fuerza) es sencillamente superfluo.”

     En resumen, dos fases para la desaparición del Estado y la implantación del comunismo:

     “La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. La supresión del Estado proletario, es decir, la supresión de todo Estado, sólo es posible mediante un proceso de “extinción”.

   

  Lenin recurre al análisis marxista de la experiencia de la Comuna de París para determinar por qué tipo organización hay que sustituir al Estado burgués en la primera fase del comunismo. El análisis lo plasma en los siguientes puntos:

1.   En primer lugar, según extrae Lenin de los textos de Marx, sustituir esos "destacamentos de hombres armados" por el pueblo armado: "¡Y por cuanto la mayoría del pueblo es la que reprime por sí misma a sus opresores, no es ya necesaria una “fuerza especial” de represión! En este sentido, el Estado comienza a extinguirse". En definitiva, el ejército popular sirve para evitar la existencia de un ejército del Estado por encima de la sociedad. Esto contribuye a la extinción del Estado en el sentido de que al identificarse el ejército con la sociedad sencillamente lo que hay es la sociedad armada y no el instrumento del Estado llamado ejército.
2.    En segundo lugar, la supresión de todos los gastos de representación, de todos los privilegios pecuniarios de los funcionarios, la reducción de los sueldos de todos los funcionarios públicos al nivel del "salario de un obrero". En tanto que tales tareas pueden (y deben) ser despojadas de toda sombra de algo privilegiado y "jerárquico".
3.     En tercer lugar, la desaparición del parlamentarismo: Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: ésa es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, tanto en las monarquías constitucionales parlamentarias como en las repúblicas más democráticas.
4.     La salida del parlamentarismo no está, como es natural, en abolir las instituciones representativas y la elegibilidad, sino en transformar dichas instituciones de jaulas de cotorras en corporaciones "de trabajo".  
5.   En cuarto lugar, acerca de la unidad de la nación, Marx discrepa de Proudhon y de Bakunin precisamente en la cuestión del federalismo (…). El federalismo dimana por principio del anarquismo. Marx es burocrata-centralista. Pero explica a continuación: “Si el proletariado y los campesinos pobres toman el poder del Estado, se organizan con plena libertad en comunas y unen la acción de todas las comunas para dirigir los golpes contra el capital, para aplastar las resistencias de los capitalistas, para entregar la propiedad privada de los ferrocarriles, las fábricas, la tierra, etc., a toda la nación, a toda la sociedad, ¿Acaso no será eso centralismo? ¿no será el más consecuente centralismo democrático y, por añadidura, centralismo proletario?”
Centralismo proletario que se opone al centralismo burgués, militar y burocrático.
6.  En quinto lugar, dar una solución, como propone Engels, del problema de la vivienda, fundamentalmente expropiando los edificios desaprovechados, que abundan en las ciudades. En un periodo de transición, no es probable que esas viviendas sean gratuitas, pero ello resultará natural al cabo, con la extinción del Estado.



Dos fases del comunismo

     Lenin detalla dos fases del comunismo como “primera fase de la sociedad comunista” (lo comúnmente llamado socialismo), y como “fase superior de la sociedad comunista” (lo comúnmente llamado, sin más, comunismo).

  • La primera fase del comunismo es el Estado Socialista como dictadura del proletariado. En esta fase, el Estado es propietario de los medios de producción, cada trabajador realiza su cantidad proporcional del trabajo social, y recibe en productos el mismo valor que entrega. Cuando los hombres no son iguales, el igualitarismo es la mayor injusticia que se puede cometer. Este igualitarismo excluye las circunstancias individuales de los hombres: unos son más fuertes y resistentes y otros menos, unos tienen familias que mantener y otros no. En este Estado la explotación la ejerce el Estado “proletario” donde persisten diferencias injustas de riqueza. 
  • La fase superior del comunismo es la extinción del Estado. El Estado ha de extinguirse necesariamente, pero también progresivamente, tras la dictadura del proletariado. El Estado constituye como ya hemos visto un aparato represivo, de dominio de una clase sobre otra. Hasta ahora, de la burguesía sobre el proletariado; tras la revolución proletaria, del proletariado sobre la burguesía. Es algo así como una ortopedia de la sociedad: en la sociedad hay lucha de clases, entre una clase propietaria de los medios de producción, poco numerosa, y una gran mayoría propietaria tan sólo de su fuerza de trabajo, que ha de arrendar a dichos propietarios. Entre esas clases hay una lucha, latente a veces, otras oculta, y ocasionalmente expresa. La función del Estado es poner un velo sobre esta realidad social, amortiguar las contradicciones de clase, cuya exacerbación destruiría el modo de producción capitalista y con él al Estado. Pero una vez que, tras la dictadura del proletariado, las diferencias de clase sean abolidas (una vez que no exista la propiedad privada de los medios de producción y por tanto la burguesía desaparezca como tal), el Estado dejará de llevar a cabo esta función ortopédica, no tendrá ya que seguir equilibrando la balanza a favor de una clase determinada y poco a poco dejará de tener sentido su existencia, al no haber distinción alguna entre el Estado y la sociedad.


     Sobre este comunismo, Lenin escribe:

     Sólo en la sociedad comunista, cuando se haya roto ya definitivamente la resistencia de los capitalistas, cuando hayan desaparecido los capitalistas, cuando no haya clases (es decir, cuando no existan diferencias entre los miembros de la sociedad por su relación con los medios de producción sociales), sólo entonces “desaparecerá el Estado y podrá hablarse de libertad”. Sólo entonces será posible y se hará realidad una democracia verdaderamente completa, verdaderamente sin ninguna restricción. Y sólo entonces comenzará a extinguirse la democracia, por la sencilla razón de que los hombres, libres de la esclavitud capitalista y comunista estatista, de los innumerables horrores, bestialidades, absurdos y vilezas de la explotación estatal, se habituarán poco a poco a observar las reglas elementales de convivencia (…) sin esa máquina especial de coerción que se llama Estado.

      El Estado y la revolución, escrito tan sólo cuatro meses después de la lectura pública de las “Tesis”, estaba relacionado justamente con estos dos últimos puntos:

     En primer lugar, el libro debía ofrecer una exposición sistemática, clara y coherente de la teoría marxista respecto de la cuestión del Estado, a la vez que vislumbraba en un plano teórico lo que habrían de ser las tareas de una revolución proletaria. No era, por tanto, un tema casual: entraba en los planes de un programa práctico, tal y como se vislumbra en las “Tesis”, en un momento en que la revolución era una posibilidad tangible.

    En segundo lugar, el libro tomaba posiciones frente a la línea política sostenida en la II Internacional. Ésta había desarrollado una línea “oportunista” en relación con los temas aquí expuestos. Esta línea oportunista es la que condujo a casi la totalidad de partidos de izquierda a mantener una posición nacionalista durante el desastre de la primera guerra mundial.

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