jueves, 18 de julio de 2013

Lenin



Vladímir Ilich Uliánov, “Lenin”
    
    
     Lenin, nació el 22 de abril de 1870, en el seno de una familia típica de la intelectualidad rusa de fines del siglo XIX. Era el cuarto de los seis hijos de llia Uliánov y María Alexandrovna Blank.

     El ambiente estudioso de la casa, donde no faltaba una buena biblioteca, propiciaba el desarrollo del sentido del deber y la disciplina. Vladímir era un muchacho perseverante y tenaz, un alumno asiduo y metódico que obtenía las mejores notas y destacaba en el ajedrez. A los catorce años comenzó a leer libros “prohibidos”, Rusia vivía entonces bajo la más negra represión y la lectura de los grandes demócratas era considerada un delito.

     Cuando la familia se trasladó a la fuerza a la aldea de Kokuchkino, cerca de Kazán, Vladímir abandonó la religión, pues, como diría más adelante, la suerte de su hermano le “había marcado el destino a seguir”. En Kazán inició sus estudios de derecho en la universidad imperial, uno de los focos de mayor oposición al régimen autocrático. El mismo año de su ingreso, en 1887, Vladímir fue detenido por participar en una manifestación de protesta contra el zar. Cuando uno de los policías que lo custodiaban le preguntó por qué se mezclaba en esas revueltas, por qué se daba cabezazos contra un muro, su respuesta fue: “Sí, es un muro, cierto, pero con un puntapié se vendrá abajo”.

     Expulsado de la universidad, se dedicó por entero a las teorías revolucionarias, comenzó a estudiar las obras de Marx y Engels directamente del alemán, y leyó por primera vez El capital, lectura decisiva para su adhesión al marxismo ortodoxo. Ya en sus primeros escritos defendió el marxismo frente a las teorías de los "naródniki", los populistas rusos. En mayo de 1889 la familia se trasladó a la provincia de Samara, donde, después de muchas peticiones, Lenin obtuvo la autorización para examinarse en leyes como alumno libre. Tres años después se graduó con las más altas calificaciones y comenzó a ejercer la abogacía entre artesanos y campesinos pobres.

     Con el inicio de la Primera Guerra Mundial su figura política se expande, al propugnar la oposición de la socialdemocracia alemana a la misma, y lo convierte en una figura clave en Rusia, cuando la evolución de la contienda se muestra abiertamente desfavorable para su país. Tras la inesperada revolución de febrero, que culmina en la abdicación del zar, comienza a fraguarse un proceso revolucionario que se resolvería en el mes de noviembre.

Tesis de abril

     En estas tesis, Lenin aborda las siguientes cuestiones:


  • Rechazo de la guerra imperialista, sometida a los intereses del capital. Estos mismos intereses hacen imposible una paz que sea realmente democrática, no impuesta por la fuerza y sin anexiones.
  • En Rusia se ha pasado de la primera etapa de la revolución (que da el poder a la burguesía) a la segunda, que debe poner ese poder en manos del proletariado y de los campesinos pobres.
  • Desenmascarar el Gobierno Provisional como gobierno de capitalistas, y negarles todo apoyo.
  • Reconocimiento de que el Partido se encuentra en minoría en los Sóviets (consejos de obreros).
  • Reivindicación, no de una república parlamentaria, sino de una república de los Soviets. Dentro de la cual se supriman policía, ejército y burocracia, sin que la remuneración de todos los funcionarios exceda nunca el sueldo de un obrero cualificado.
  • Reforma agraria. Confiscación de las tierras de los terratenientes. Nacionalización de todas las tierras que se pondrán a disposición de los Sóviets locales.
  • Fusión de los bancos, en un banco único bajo el control de los Soviets.
  • Como tareas del Partido: (1) Celebración de un nuevo Congreso. (2) Modificación del programa en relación con la posición ante el imperialismo y ante el Estado, y reforma del programa mínimo. (3) Cambio de denominación del Partido, que ha de pasar de "socialdemócrata" a la de comunista.

La Revolución de Octubre

     El cansancio y el derrotismo general en las naciones beligerantes a comienzos de 1917, desembocó en el imperio de los zares en un amplio movimiento revolucionario que, al grito de “¡Viva la libertad y el pueblo!”, ganó las principales ciudades. Los trabajadores de Petrogrado se organizaron en soviets, o consejos de obreros, y la guarnición de la ciudad, encabezada por los mismos regimientos de la guardia imperial, se sumó en masa al movimiento.

     A través de Pravda, Lenin publicaba sus “Cartas desde el exilio”, con instrucciones para avanzar en la revolución, aniquilando de raíz la vieja maquinaria del Estado. Ejército, policía y burocracia debían ser sustituidos por “una organización emanada del conjunto del pueblo armado que comprenda sin excepción todos sus miembros”. Un mes después de la abdicación del zar, en abril de 1917, Lenin llegaba a la estación Finlandia de Petrogrado, tras atravesar Alemania en un vagón blindado proporcionado por el estado mayor alemán. A pesar de las disputas políticas que originó su negociación con el gobierno del káiser, Lenin fue recibido en la capital rusa por una multitud entusiasta que le dio la bienvenida como a un héroe. Pero el jefe de los bolcheviques no se comprometió con el gobierno provisional y, por el contrario, terminó su discurso de la estación con un desafiante “¡Viva la revolución socialista internacional!”.


     Muchos de sus camaradas habían aceptado la autoridad de dicho gobierno, al que Lenin calificaba de “imperialista y burgués”, acercándose así a las corrientes izquierdistas de la clase obrera, cada vez más radicalizadas, y con el apoyo de un importante aliado, Trotski. A pesar de que los bolcheviques aún constituían una minoría dentro de los soviets, Lenin lanzó entonces la consigna: “Todo el poder para los soviets”, pese al evidente desinterés de los mencheviques y los socialistas revolucionarios por tomar tal poder.

     Para hacer frente a la presunta amenaza de un golpe de estado por parte de los seguidores de Lenin, en el mes de julio, la presidencia del gobierno provisional pasó a manos de un hombre fuerte, Kerenski, en sustitución del príncipe Lvov. Al cabo de unos días aquél ordenó que le detuvieran y Lenin se vio obligado a huir a Finlandia: cruzó la frontera como fogonero de una locomotora, sin barba y con peluca, y se estableció en Helsingfors. Fue ésta su última etapa de clandestinidad, que habría de durar tres meses. En ellos escribió la obra que con el tiempo sería calificada de utopía leninista, El Estado y la revolución, por su concepción del Estado como aparato de dominación burguesa, destinado a desaparecer tras la etapa transitoria de la dictadura del proletariado y el advenimiento del comunismo.

     A medida que la situación interna se agravaba, Lenin desde el exterior urgía al partido a preparar la sublevación armada: “El gobierno se tambalea, hay que asestarle el golpe de gracia cueste lo que cueste”.

     La revolución había llegado al poder, pero ahora había que salvarla, y la tarea más urgente para ello, según Lenin, era firmar la paz inmediata. El Tratado de Brest-Litovsk, signado por Trotski el 3 de marzo de 1918, concertó la paz unilateral de Rusia con Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía. El tratado ahondó aún más las divergencias con los socialistas revolucionarios que en agosto atentaron contra la vida de Lenin, y contribuyó a intensificar la decisión de las fuerzas contrarrevolucionarias para derribar al nuevo gobierno con el apoyo de los países aliados, especialmente Francia y Estados Unidos. Durante dos años, entre 1918 y 1920, la guerra civil condujo al gobierno soviético al borde del desastre; por último, el ejército de los contrarrevolucionarios, los “blancos”, conducido por antiguos generales zaristas, fue derrotado por el Ejército Rojo, formado por campesinos y obreros y dirigido por Trotski. Pero el país quedó devastado, la economía maltrecha y el hambre se enseñoreó de grandes regiones. El reto más grande de la revolución pasó a ser entonces la reconstrucción económica de Rusia, tarea que Lenin se propuso encarar a través de la NEP (nueva política económica), que detuvo las expropiaciones campesinas y supuso una apertura hacia una economía de mercado bajo control.

     Pese a las dificultades de la guerra civil, Lenin concretó en el año de 1919 su viejo sueño de fundar una nueva Revolución Internacional. En su opinión, el destino de Rusia dependía de la revolución mundial, y en especial del futuro del movimiento llevado adelante en Alemania por los espartaquistas. El 2 de marzo de 1919, en Moscú, inauguró el Primer Congreso de la III Internacional, invocando a los líderes del comunismo alemán asesinados: Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. La Comintern elevó el comunismo ruso a la categoría de modelo a imitar por todos los países comunistas del mundo y al defender los movimientos de liberación nacional de los pueblos coloniales y semicoloniales de Asia, logró ampliar enormemente el número de aliados de la Revolución soviética.


     A finales de 1921, la salud de Lenin se vio gravemente afectada: sufría de insomnios progresivamente y sus dolores de cabeza eran cada vez más frecuentes. En marzo del año siguiente asistió por última vez a un congreso del partido, en el que fue elegido Stalin secretario general de la organización. Al mes siguiente se le intervenía quirúrgicamente para extraerle las balas que continuaban alojadas en su cuerpo desde el atentado sufrido en 1918. Si bien se recuperó rápidamente de la operación, pocas semanas después sufrió un serio ataque que, por un tiempo, le impidió el habla y el movimiento de las extremidades derechas. En junio su salud mejoró parcialmente y dirigió la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Pero en diciembre sufrió un segundo ataque de apoplejía que le impidió cualquier posibilidad de influir en la política práctica. Aun así, tuvo la fuerza de dictar varias cartas, entre ellas su llamado “testamento” en la que expresa su gran temor ante la lucha por el poder entablada entre Trotski y Stalin en el seno del partido. El 21 de enero de 1924 una hemorragia cerebral acabó con su vida. El hombre que detestaba el culto a la personalidad y abominaba de la religión fue embalsamado y depositado en un rico mausoleo de la plaza Roja.

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario